Toda la novela gira en torno a Jaime I, pero no es el verdadero protagonista de La abadía de los crímenes (Planeta). "Don Jaime existe solo como punto de referencia entre las mujeres. En el siglo XIII, los monasterios femeninos ya estaban gobernados por mujeres y esos gobiernos abarcaban toda la jurisdicción que les correspondía, la comarca entera. La mujer era muy capaz ya en el siglo XIII de gobernar un territorio con sabiduría y con la normalidad con la que la podían gobernar los hombres, como hacían los nobles en sus territorios y los reyes en sus reinos", explicó Antonio Gómez Rufo, que ayer presentó su novela en la Fnac.
En 1229, hay una oleada de crímenes en la abadía catalana femenina de San Benito y para esclarecerlas, el rey Jaime I viaja hasta allí con todo su séquito (que incluye a su mujer, Leonor de Castilla y a Violante de Hungría, con la que se casaría en segundas nupcias) para investigar las muertes con la ayuda de Constanza, una monja navarra. "Es una novela que mezcla muchos géneros y que tiene intriga, misterio, amor y desamor, un poco de erotismo, sentido del humor... Es una una novela verosímil que, en cuanto al contenido, tiene un envoltorio histórico pero intemporal lo que la hace, en mi opinión muy moderna", detalló Gómez Rufo.
La novela, en cuyo proceso de documentación ha empleado casi dos años el escritor madrileño, está construida de una "manera poliédrica" y, más allá del universo femenino, la Corona de Aragón es otro de los temas centrales de la novela: "Era el corazón del mundo en el siglo XIII. Y la historia es la historia, aunque quieran disfrazarlo de otra manera. La Corona de Aragón era el poder más grande dentro de la cristiandad en aquel momento y hasta un siglo después", explicó Gómez Rulfo que cree que, por encima de Don Jaime estaba la corona, "el primer preestado moderno con una legislación solvente, con unas normas de convivencia establecidas, desde la caída del Imperio Romano. La primera entidad jurídica formal desde entonces".
Enseguida surgió el tema de la figura de Jaime I, denostada sobre todo en Aragón: "Esta mala imagen se debe a que permitió la creación del Reino de Valencia que impedía la salida de Aragón al mar en perjuicio de la nobleza aragonesa", reflexionó Gómez Rufo, que explicó también que Jaime I, casi como sucede en la actualidad, tuvo que lidiar con el nacionalismo periférico catalán: "Las periferias siempre están enfrentadas con el centro. En aquel momento ya los nobles catalanes le plantaban cara a Jaime I, aunque por razones puramente económicas. Querían que la conquista de Mallorca fuera una empresa catalana para repartirse el botín en perjuicio de los aragoneses y Jaime I tuvo que ceder ante los nobles catalanes". De entonces también surge la corona catalanoaragonesa, "una invención desde Cataluña porque nunca existió, ¿Por qué se inventan esta historia cuando su historia real es mucho más bonita".
Pero la novela, más allá de su apartado histórico, aborda la ambición humana: "Las conversaciones de las mujeres en el siglo XIII son idénticas a las que se puedan mantener ahora. La naturaleza humana ha cambiado muy poco, aunque hayan cambiado las formas y los modos de vida, desde los griegos hasta hoy. Las emociones y sentimientos de ambición, envidia, celos y poder siguen intactos", dijo Gómez Rufo antes de concluir su reflexión sobre sus personajes: "En los momentos de soledad es cuando aparecen las reflexiones más cercanas con respecto a la vida que llevamos, a la muerte que nos espera, lo que ambicionamos en la vida. Y ahí da igual que seas Jaime I, Leonor o un labrador cualquiera".