En 1375, las cartas llegaron a Europa, y cada pueblo sustituyó los palos y las figuras
orientales por aquellas más cercanas a su tradición cultural. En esta
época aparecen símbolos como los bastones, bastos, cetros, corazones,
cascabeles entre otros.
Centrándonos en la baraja
española, es única en el mundo debido a la ausencia de reinas y a la
riqueza de sus diseños. Las figuras son de inspiración medieval y sus
palos representan a los estamentos más importantes de la época: Los
comerciantes (Oros), el clero (Copas), la nobleza (espadas) y los
siervos (Bastos). Pueden ser de 40, 48 o de 50 naipes dependiendo del
juego.
Fue adoptada en Nápoles durante
el dominio de Aragón y ha evolucionado posteriormente más en España que
en Italia, por lo que la baraja Napolitana es más parecida a la antigua
baraja española.
En 1868, un impresor burgalés de
origen francés, afincado en Vitoria, Heraclio Fournier, presentó su
baraja litografiada, cuyo diseño fue premiado en la Exposición Universal
de París. Pero el diseño definitivo de la "Baraja española" que ha
llegado hasta hoy bajo diferentes "visiones" artísticas o rústicas es el
que realizó Augusto Ríus para el propio Fournier.
Los reyes se representan generalmente
con hombres mayores y barbados. Sin embargo, los reyes de copas y de
oros suelen parecer más jovenes.
Desde el siglo XVIII, los
caballos de copas y oros suelen mirar hacia la izquierda, mientras que
los de bastos y espadas lo hacen hacia la derecha.
En cuanto a la curiosa Sota,
pese a su apariencia afeminada, en realidad se trata de un paje de pie y
simboliza al criado o mensajero. Los colores de las calzas,
inicialmente todas rojas, y de los sayos, así como la posición de sus
piernas y la colocación del motivo del palo, varían según los palos y la
inventiva de los autores del diseño.