Vicisitudes históricas en torno a la cimera de Jaime I
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BARTOMEU BESTARD (*)
En las casas consistoriales de Cort se conservaron de inmemorial una
serie de objetos que según la tradición había pertenecido al rey Jaime I
o a algún otro protagonista de la Conquista. Su silla de montar a
caballo, su espada, sus estribos, un escudo atribuido al rey moro,
algunos trozos de cota de malla, las capas de los caballeros
Montcadas... y la cimera del rey cristiano en forma de dragón alado.
Todas esas piezas eran expuestas delante de la fachada de Cort cada 31
de diciembre, día en que se celebraba la fiesta de la Conquista o de
"l´Estendard". El 17 de enero de 1831, el bailío del Real Patrimonio en
Baleares, Manuel Herrán, comunicaba al Ayuntamiento de Palma que el Rey
don Fernando se interesaba por todas aquellas antigüedades para que
fuesen a formar parte de la colección de la Real Armería. Durante seis
meses el Ayuntamiento de Palma hizo oídos sordos a tal petición. Poco
tiempo después se repitió otro comunicado reiterativo solicitando una
contestación inmediata para poderla trasmitir a Palacio. La Corporación
se vio así presionada a desprenderse de esas piezas. El 29 de octubre se
hizo entrega de ellas al Sr. Herrán, quien las envió de inmediato con
destino a Barcelona y luego a Madrid. En todo caso, la ciudad de Palma, y
por extensión toda Mallorca, se quedó sin su particular repertorio de
objetos de la Conquista. Por supuesto, ninguna de esas piezas de museo
había sido testigo de las hazañas de Jaime I, siendo la factura de todas
ellas posterior al siglo XIII. Para el caso que nos ocupa, la cimera
real del dragón alado, utilizada por algunos monarcas de la Corona de
Aragón, ha sido quizás el elemento que más se ha identificado con Jaime
I, hasta tal punto que, todavía hoy en día, hay gente que cree que el
monarca catalán conquistó Mallorca con la cabeza coronada con la cimera
del dragón.
A partir de los estudios sobre vestimenta y heráldica
medieval aparecidos durante el siglo XIX, se sabe que las cimeras con
formas de animales fantásticos u objetos excéntricos no fueron usuales
hasta finales del siglo XIII. En el caso del ámbito catalán, la
cronología todavía se restringe hasta las primeras décadas del siglo
XIV. Las cimeras, hechas de materiales ligeros -cartón o pergamino-, se
colocaban encima del casco de metal. Así como éste último pertenece al
grupo de las armas defensivas, en este caso de la cabeza, las cimeras
tenían como objetivo asustar al caballo del adversario durante el
combate. Ello explica por qué se recurría muchas veces al repertorio del
bestiario medieval, de mayor impacto sobre el caballo enemigo. Durante
los siglos XIV y XV, se puso de moda en los torneos de justas de toda la
Cristiandad que los caballeros apareciesen habillados con
espectaculares cimeras, tal como se puede contemplar en las fabulosas
miniaturas del Livre des tournois de René de Anjou (1460-65). Esta moda
afectó también a los monarcas que aprovechaban sus apariciones estelares
durante los desfiles para lucir grandes cimeras que les identificaban.
En el Armorial ecuestre del Toisón de Oro de la Bibliothèque del
Arsenal, aparecen los principales reyes y condestables de Europa, casi
todos ellos con cimera: el rey de Portugal tiene una cimera en forma de
cisne; el rey de Inglaterra aparece con una cimera en forma de león,
figura que aparece en su escudo; el rey de Francia presenta una cimera
con un ángel con tres flores de lis, figura que hace referencia a los
orígenes sobrenaturales del escudo de Francia; el rey de Castilla, lleva
como cimera un castillo con un león que sobresale de una de sus torres,
figuras que hacen referencia a los dos reinos...; y el rey de Aragón
porta la cimera del dragón alado, ¿hace referencia al dragón de San
Jorge, quizá? No lo sabemos. Sí se sabe con certeza que Jaime I nunca
utilizó ningún tipo de cimera.
También se ha podido demostrar que el
primer monarca en utilizar la cimera del dragón alado fue Pedro IV, el
Ceremonioso, a partir del cual los reyes de Aragón, hasta Fernando el
Católico, lo utilizaron como emblema. Así pues, si la cimera no
perteneció a Jaime I, ¿de dónde procede? José María Quadrado, a finales
del siglo XIX ya desveló el documento, firmado en 1407, por el rey
Martín I, el Humano, en virtud del cual concedía a los jurados del reino
de Mallorca su cimera para que fuese llevada por el portaestandarte
durante la fiesta de la Conquista. El documento del rey Martín I nos
desvela el origen de nuestra famosa cimera. En la actualidad el
Ayuntamiento de Palma conserva una copia, la original , como ya se ha
dicho, se conserva en la Real Armería de Madrid. El error de representar
a Jaime I con la cimera del dragón se origina en el siglo XVI, con la
publicación del Aureum opus (1514), dónde aparecen los reales
privilegios otorgados a la ciudad y reino de Valencia, así como la
crónica de su conquista. Esta obra contiene un grabado en dónde se
representan las armas de Aragón y la figura ecuestre de Jaime I, ambas
coronadas por el dragón alado. Este grabado sin duda, ayudó a difundir
la falsa imagen del Conquistador.
Este mal entendido, lejos de
esclarecerse, se complicó todavía más durante el siglo XVII, gracias a
la publicación de la Historia de Valencia, de Gaspar Escolano. Éste, a
la narración del Llibre dels Fets, crónica del propio Jaime I, añade una
serie de fantasías que posteriormente se considerarán hechos reales.
Este autor atribuye a Jaime la adopción de la divisa del "rat penat por
haberse aparecido un murciélago [confunde el dragón alado con un
murciélago] de plata en el sitio que ocupaba la lanza de la señera
cristiana, que flotó por primera vez en el adarve de la torre del
Temple". Relato completamente falso, pero que se extendió como la
pólvora hasta tal punto que algunos escudos de nuestra antigua
Universidad del Reino de Mallorca -como por ejemplo los escudos de
piedra que hay sobre los portales de la fachada de Cort que son del
siglo XVII-, fueron coronados por un murciélago, el mismo que hoy
extiende sus alas sobre el escudo de nuestro Ayuntamiento.
(*) Cronista oficial de la ciudad
BARTOMEU BESTARD
Cronista Oficial de Palma Mallorca