viernes, 27 de noviembre de 2015
martes, 24 de noviembre de 2015
SEPULCRO DE SANCHO VII EL FUERTE - Roncesvalles
En el norte de Navarra, entre bosques brumosos de hayas de verdor espectacular, está la Real Colegiata de Roncesvalles. Es un lugar legendario como pocos, donde el famoso guerrero franco Roldán encontró la muerte y donde miles de peregrinos desde hace más de 1.000 años encuentran el mejor paso del Pirineo para seguir su ruta hacia la tumba de Santiago bajo la atenta y bondadosa mirada de la Virgen de Roncesvalles.
Este mítico lugar tenía que ser el mejor sitio para acoger el enterramiento del también mítico rey Sancho VII el Fuerte. Lugar muy querido por Sancho, fue objeto de abundantes beneficios por parte del monarca que no sólo favoreció a la Real Colegiata, sino que se preocupó de la alimentación y cobijo de los peregrinos que iban a Santiago otorgando generosas donaciones.
El rey descansa en el centro de la sala capitular del claustro de la
Colegiata. Aquí reposan los restos mortales del rey Sancho VII y también
los de su esposa Clemencia. La estatua del rey es de la primera mitad
del siglo XIII y de gran valor, no sólo por su
antigüedad sino por ser el retrato más fidedigno que tenemos de Sancho.
Lo original es la estatua. La parte inferior, la caja del sepulcro, es
de 1.912, de cuando se trasladaron los restos del rey desde la iglesia a
su actual ubicación.
Lo primero que llama la atención es el tamaño de la estatua del rey: 2,25 m. Y es que semejante sepulcro corresponde al que fue el rey de más envergadura de todas las dinastías hispanas.
Según el médico forense y biógrafo del rey Sancho, Luis del Campo, el
rey pudo alcanzar los 2,23 metros de altura. Sobre el tema he publicado
un artículo donde defiendo que esta altura está un tanto exagerada, y
donde concluyo que el rey debió medir alrededor de los 2,10 metros, tras
utilizar tablas antropométricas más actualizadas de las que en su día
utilizó Luis del Campo (ver enlace).
Esta excepcional altura la da el tamaño del fémur del rey que supera
los 60 cm. de largo. Jaime I, que llegaba a los dos metros de altura,
cuando se reunió con Sancho el Fuerte en el castillo de Tudela quedó
sorprendido de la talla del ya viejo y encorvado rey navarro y dejó
escrito en su crónica: “nos abrazamos mutuamente, y vimos que era de tan
aventajada estatura como nos”. Sancho era un verdadero gigante en su
época.
En el sepulcro se le representa como monarca pero también como guerrero.
Así, reposa su mano izquierda en la gran espada que mide 1,29 cm. La
mano derecha se sitúa sobre el pecho. Según Ángela Franco, en su estudio
sobre la iconografía funeraria gótica, esta disposición de las manos es
alusión a la reverencia del caballero por los ideales de la fe
cristiana y en consecuencia a la fe en el más allá.
Otra curiosidad de la escultura del rey son sus piernas cruzadas. Esta
disposición viene de una tradición inglesa. Hay varias teorías sobre su
simbolismo. La más sugerente llama a esta pose la “postura del cruzado”.
El cruce de las piernas aludiría a la condición de cruzado del difunto.
Recordemos
que el hecho principal del reinado de Sancho fue la batalla de las
Navas de Tolosa. Esta batalla era una cruzada convocada por el papa
Inocencio III, que llamó a la guerra a los caballeros cristianos para
frenar al rey moro Al-Nasir. La disposición de las manos completaría el
simbolismo del rey como cruzado: la diestra en el pecho, la religión; la
zurda sobre la espada, defiende la religión con la espada. Los más
escépticos atribuyen esta postura a una seña de identidad de los
caballeros ingleses, costumbre funeraria que conocería Sancho por su
relación familiar con Ricardo Corazón de León.
En el muro sur de la Sala Capitular está la magnífica vidriera que
representa la carga de caballería que encabezó el rey Sancho contra el
palenque del Al-Nasir, momento decisivo de la batalla de Las Navas de
Tolosa que ha perpetuado al rey navarro en la Historia.
A los pies del rey, en una pequeña capilla, encontramos uno de los tramos de las cadenas que rodeaban la tienda del rey moro
y que el rey Sancho trajo como trofeo a modo de decir que él y sus
tropas fueron los primeros que afrontaron la última línea de defensa
enemiga. En realidad son dos tramos separados pero que aquí se han
dispuesto unidos sobre un cojín rojo haciendo la forma del escudo de
Navarra.
El mausoleo del rey Sancho tiene algo que invita a lo épico, a la mística romántica, aquello que forma el sentimiento de un pueblo. Ya lo decía José Antonio Jáuregui en su obra La tribu navarra: “Cualquier navarro sigue navarrizándose al visitar la tumba de Sancho el Fuerte…”
Dejamos la Colegiata de Roncesvalles entre brumas de niebla y de
Historia. Allí queda para siempre el rey que apoyó a su enemigo Alfonso
VIII poniendo por delante la Fe y la generosidad al deseo de revancha y
obteniendo el premio de ocupar un lugar indeleble en la Historia de
Navarra y en la Historia de España. Aquel rey que se desvivió por
conservar su reino, el que con su valor logró el reconocimiento del
reino de Navarra por los demás reyes cristianos y por el Papa. Un rey
que pasaba los dos metros de altura. Murió triste y sólo en Tudela. Con
él acababa la dinastía Jimena, la última dinastía pirenaica.
Pero Sancho vuelve a la vida cada vez que una familia navarra o un
colegio visita por primera vez Roncesvalles para ver la tumba de Sancho
el Fuerte. Los ojos y la imaginación de los pequeños se abren de par en
par cuando los padres, los profesores o los guías les cuentan las
hazañas de un rey gigante, de novela, aventurero y aguerrido, que parece
más un héroe de cantar de gesta que un personaje real. El rey al que Guillermo de Tudela, el poeta que asistió a la batalla de las Navas, calificó como “el mejor caballero que jamás montó en silla”. Y del que dijo Anelier, el trovador de Tolosa: “Hubo en Navarra un rey, más valiente que un león; llamose el rey Sancho; ya murió; Dios le haya perdonado.”
lunes, 23 de noviembre de 2015
JAUME I, MEMORIA D'UN REI
El president Pasqual Maragall és el conductor d'aquest documental sobre
la figura del rei Jaume I, el conqueridor de Mallorca i de València, i
el rei més admirat pels catalans. Maragall va visitar els llocs més
emblemàtics de la vida del rei i es va fer acompanyar per alguns dels
principals especialistes sobre Jaume I. El documental recorre, de la mà
del president, des del castell de Montsó -on es va criar Jaume I- fins
al monestir de Poblet -on és enterrat-, passant per Mallorca, València i
Barcelona. Maragall s'entrevista amb historiadors, amb conservadors de
museus, i fins i tot amb la presidenta del Consell de Mallorca o amb
l'abat de Poblet. A més, diversos moments de la vida de Jaume I han
estat recreats expressament per al documental.
LA CONQUISTA DE VALENCIA 1238
Sis o set anys abans aproximadament, al rei En Jaume se li havia fet la proposta de conquerir el Regne de València. Fou en el castell d'Alcanyís, en l'actual província de Terol. Ho arreplega molt bé una còpia moderna del ''Llibre dels Feyts, que apareix al vídeo. En ella podem veure agenollat a l'occità Hug de Fullalquer, mestre provincial de l'orde hospitaler, fent-li la proposta de conquerir el regne moro de València al rei En Jaume, que li escolta amb atenció. El noble aragonès Blasco de Alagón (que coneixia el país perquè hi havia viscut desterrat) fou convidat per ell a informar de l'estat del territori, cosa que féu, sumant-se a la proposta del mestre de forma entusiasta, amb un gran elogi del regne : "E és la meylor terra e la pus bela del món..." (El passatge és al "Libre dels feyts" de Jaume I, núms. 127-131).
Feia uns quants anys que havia conquerit la ciutat de Mallorca, com demostra altra imatge antiga que hi ha a Barcelona al Palau Aguilar, i que també apareix al vídeo. Moment clau de la conquesta de València fou la presa de l'estratègica posició del Puig de Santa Maria, a uns 16 Km de València, que tingué lloc en 1237, on l'exèrcit catalano-aragonès, en molta inferioritat numèrica, derrotà els musulmans, segons conta la llegenda, amb intervenció de sant Jordi, que baixà del cel a lluitar contra els musulmans. Això mostra la peça central del retaula de sant Jordi, de Marçal de Sax, que es troba hui al Museu de Victòria i albert de Londres, i que també apareix al vídeo.
La presa de València fou empresa molt dura, en què el rei en Jaume es quedà a voltes sol per moments, amb l'únic suport dels ordes religiosos militars (templers i hospitalers bàsicament), car els nobles catalans i aragonesos no la veien amb bons ulls. A més, el propi rei fou ferit en el setge
Cal recordar les belles paraules que digué el rei en Jaume en conquerir València, i veure com els moros hissaven el Penó de la Conquesta en senyal de rendició (el 28 de setembre):
''E quan vim nostra senyera sus en la torre, descavalgam del caval, e endreçam ves orient, e ploram de nostres uyls e besam la terra, per la mercé que Déus nos havia feyta''.
Acte seguit, els moros lliuraven la ciutat al rei en Jaume. I al final el dia 9 d'Octubre, feren ell i el seu exèrcit solemne entrada a València.
Més enllà de la concreta presa d'una ciutat, podem dir que amb aquesta conquesta, el Poble Valencià neix com a tal. Poc després es redactarien els furs, que donarien entitat jurídica al Regne de València i al Poble Valencià.
lunes, 16 de noviembre de 2015
FERNANDO III "EL SANTO"
FERNANDO III -Rey de Castilla- -Impulsor de la Catedral de Burgos-
FERNANDO III, llamado posteriormente REY SAN FERNANDO (Valparaíso, Zamora *, 1199/1201 [*dato de nacimiento sobre el que no hay acuerdo histórico] –
Sevilla, 1252).
Unió definitivamente las coronas de Castilla y León.
Reconquistó casi toda Andalucía y Murcia. Los asedios de Córdoba, Jaén y
Sevilla y el asalto de otras muchas otras plazas menores tuvieron
grandeza épica. El rey moro de Granada se hizo vasallo suyo. Una primera
expedición castellana entró en África, y nuestro rey murió cuando
planeaba el paso definitivo del Estrecho. Emprendió la construcción de
nuestras mejores catedrales (Burgos y Toledo
ciertamente; quizá León, que se empezó en su reinado). Apaciguó sus
Estados y administró justicia ejemplar en ellos. Fue tolerante con los
judíos y riguroso con los apóstatas y falsos conversos. Impulsó la
ciencia y consolidó las nacientes universidades. Creó la marina de
guerra de Castilla.
Protegió a las nacientes Ordenes mendicantes de franciscanos y
dominicos y se cuidó de la honestidad y piedad de sus soldados. Preparó
la codificación de nuestro derecho e instauró el idioma castellano como
lengua oficial de las leyes y documentos públicos, en sustitución del
latín. Parece cada vez más claro históricamente que el florecimiento
jurídico, literario y hasta musical de la corte de Alfonso X el Sabio es
fruto de la de su padre. Pobló y colonizó concienzudamente los
territorios conquistados. Instituyó en germen los futuros Consejos del
reino al designar un colegio de doce varones doctos y prudentes que le
asesoraran; mas prescindió de validos. Guardó rigurosamente los pactos y
palabras convenidos con sus adversarios los caudillos moros, aun frente
a razones posteriores de conveniencia política nacional; en tal sentido
es la antítesis caballeresca del «príncipe» de Maquiavelo.
Fue hábil diplomático a la vez que incansable impulsor de la
Reconquista. Sólo hizo la guerra bajo razón de cruzada cristiana y de
legítima reconquista nacional, y cumplió su firme resolución de jamás
cruzar las armas con otros príncipes cristianos, agotando en ello la
paciencia, la negociación y el compromiso. En la cumbre de la autoridad y
del prestigio atendió de manera constante, con ternura filial,
reiteradamente expresada en los diplomas oficiales, los sabios consejos
de su madre excepcional, doña Berenguela.
Dominó a los señores levantiscos; perdonó benignamente a los nobles
que vencidos se le sometieron y honró con largueza a los fieles
caudillos de sus campañas. Engrandeció el culto y la vida monástica,
pero exigió la debida cooperación económica de las manos muertas
eclesiásticas y feudales. Robusteció la vida municipal y redujo al
límite las contribuciones económicas que necesitaban sus empresas de
guerra.
Como gobernante fue a la vez severo y benigno, enérgico y humilde,
audaz y paciente, gentil en gracias cortesanas y puro de corazón.
Encarnó, pues, con su primo San Luis IX de Francia, el dechado
caballeresco de su época.
Su muerte, según testimonios coetáneos, hizo que hombres y mujeres
rompieran a llorar en las calles, comenzando por los guerreros.
Más aún. Sabemos que arrebató el corazón de sus mismos enemigos,
hasta el extremo inconcebible de logar que algunos príncipes y reyes
moros abrazaran por su ejemplo la fe cristiana. «Nada parecido hemos
leído de reyes anteriores», dice la crónica contemporánea del Tudense
hablando de la honestidad de sus costumbres. «Era un hombre dulce, con
sentido político», confiesa Al Himyari, historiador musulmán adversario
suyo. A sus exequias asistió el rey moro de Granada con cien nobles que
portaban antorchas encendidas. Su nieto don Juan Manuel le designaba ya
en el En-xemplo XLI «el santo et bienauenturado rey Don Fernando».
– Puedes ver la plaza que en Burgos, y junto a la catedral, lleva su nombre.
PROPUESTA QUE SE HACE A JAIME I PARA CONQUISTAR VALENCIA
Còpia moderna d’una miniatura perduda del manuscrit de la Crònica, en la qual es fa la proposta a Jaume I per a conquerir València al castell d’Alcanyís, a la província de Terol. En ella podem veure agenollat a l’occità Hug de Fullalquer, mestre provincial de l’orde hospitaler, fent-li la proposta de conquerir el regne moro de València al rei En Jaume, que li escolta amb atenció. El noble aragonès Blasco de Alagón (que coneixia el país perquè hi havia viscut desterrat) fou convidat per ell a informar de l’estat del territori, cosa que féu, sumant-se a la proposta del mestre de forma entusiasta, amb un gran elogi del regne : “E és la meylor terra e la pus bela del món…” (El passatge és al Libre dels feyts de Jaume I, núms. 127-131).
sábado, 7 de noviembre de 2015
Los 500 años de "El Príncipe"
El 10 de diciembre de 1513, Nicolás Maquiavelo escribió una carta a su
amigo Francesco Vettori. En ella describe un día cualquiera de su vida
como relegado en su natal San Casciano in Val di Pesa, a 15 kilómetros
de Florencia, de la que fue expulsado al regresar a ella los Médici. Y,
de forma un poco casual, le comenta acerca de una obra que escribió:
“Al caer la noche vuelvo a casa y entro en mi estudio, en cuyo umbral
me despojo de aquel traje de la jornada, lleno de lodo y lamparones,
para vestirme ropas de corte real y pontificia. Y así, ataviado
honorablemente, entro en las cortes de los hombres de la antigüedad.
Recibido de ellos amorosamente, me nutro de aquel alimento que es sólo
mío, y para el cual nací (…) No me avergüenzo de hablar con ellos,
interrogándolos sobre las razones de sus acciones, y ellos, con toda
humanidad, me responden”.
De esta compenetración, continúa la misiva, surgió “un opúsculo, De
principatibus, donde profundizo en la medida de mis posibilidades en las
particularidades de este tema, discutiendo qué es un principado,
cuántas son sus clases, cómo se adquieren, cómo se conservan, por qué se
pierden”. Remata diciéndole a su amigo diplomático que aún está puliendo el material.
Maquiavelo (1469-1527) está describiendo la que por lejos sería su obra más famosa, al tiempo que infame: El Príncipe.
Un texto que no vería la luz sino hasta 1531, cuatro años después de su
muerte, pero que, siendo 1513 el año de su escritura, tiene a varios
celebrando y tomando nota del controvertido legado maquiaveliano
encarnado en una obra que se vende hasta en los quioscos, pero que no
por ello es más o mejor leída. Que puede considerarse, como señala el
académico de la U. de Boston James Johnson, “la más rigurosa anatomía
del poder jamás escrita, que muestra a los gobernantes cómo sobrevivir
en el mundo tal como es y no como debería ser”.
Desde hace siglos, “maquiavélico” es un adjetivo peyorativo referido a
gente deshonesta, para quien el fin justifica los medios -frase que en
rigor no fue acuñada por el autor- y que cree en el ejercicio del poder
con mano de hierro. Y entre los que han leído El Príncipe, por
otro lado, hay quienes lo ocupan para enseñar estrategia militar, las
reglas del marketing, la realpolitik de distintas épocas o los vínculos
con el pensamiento de Karl Marx. Todo ello sale a relucir en este año de
conmemoraciones, entre las que hubo una exposición en Roma sobre la
historia de tan célebre volumen y, a nivel local, el lanzamiento del
libro La revolución de Maquiavelo. El Príncipe 500 años después.
“¿Es éste un manual para un príncipe despiadado -un dictador,
podríamos decir- o un trabajo que sugiere la necesidad de una acción
decisiva en una Italia caótica y anárquica, como preludio al
establecimiento de una forma republicana de gobierno?”. Quien se lo
pregunta es William R. Cook, profesor de la U. del Estado de Nueva York,
y lo plantea sobre todo a propósito de la condición republicana del
autor, contra lo que sugiera esta obra dedicada a Lorenzo de Médici,
duque de Urbino.
Se ha dicho que el libro, partiendo por la dedicatoria, corresponde a
una respuesta a las acusaciones de conspiración contra los Médici. Que
puede vérsele, al decir de Cook, como una obra escrita precipitadamente
para mostrar a tan poderosa familia que su autor tenía una fórmula del
éxito político que sería de valor y utilidad para los gobernantes. Sobre
todo, dada la revuelta situación política italiana en 1513.
Dividida en 26 capítulos, la obra es un comentario de la política
contemporánea a la luz de los hechos y pensamientos de gente como
Cicerón, Darío y Alejandro. Así, arranca con una caracterización
tipológica de los principados. Y no demora en plantear una visión de la
especie humana a través de los súbditos y a través del propio
gobernante, que debe tener el ánimo dispuesto a “no apartarse del bien mientras pueda” y a “saber entrar en el mal cuando hay necesidad”.
Sus consejos dejan afirmaciones que reverberan hasta hoy. El Príncipe, se lee en la obra, “debe
ser comedido al creer y al actuar, no atemorizarse nunca y proceder
moderadamente, de modo que la confianza desmedida no lo convierta en
incauto, y la desconfianza exagerada no le haga intolerable”. A ello se agrega, entonces, una disputa: “Si
vale más ser amado que temido, o todo lo contrario. Se responde que se
quiere las dos; pero como es difícil conseguir ambas a la vez, es mucho
más seguro ser temido que amado, cuando se tiene que carecer de una”. Después de todo, “los hombres tienen menos consideración en ofender a uno que se haga amar que a uno que se haga temer”.
El Príncipe, continúa la obra, debe hacerse temer de un modo que
evite el odio, cosa que conseguirá si se abstiene de robar la hacienda y
las mujeres de sus súbditos. Y remata: “Cuando le sea indispensable
derramar la sangre de alguien, hágalo si existe justificación suficiente
y causa manifiesta, pero, sobre todo, absténgase de tomar los bienes
ajenos, porque los hombres olvidan más pronto la muerte del padre que la
pérdida del patrimonio”.
Diplomático, funcionario público, escritor y filósofo, Maquiavelo
sintetizó variadas virtudes del hombre del Renacimiento. Pero mal podría
haber hecho gran cosa por la fama que se ganaría. Tampoco terciar en la
discusión entre quienes ven El Príncipe como un manual para
tiranos y quienes lo entienden como un manual para la libertad de los
pueblos. Finalmente, y como se consigna en la introducción del libro
chileno que se lanzará en diciembre, “la intención de Maquiavelo al escribir El Príncipe sigue siendo un enigma”.
Carlos II de España, el "Rey Hechizado"
Carlos II en 1685 (Juan Carreño de Miranda) |
En septiembre de 1665, fallecía el rey Felipe IV de España. Antes de
morir, el moribundo rey dirigió unas palabras a Carlos, su hijo y
sucesor: "¡Quiera Dios, hijo mío, que seas más venturoso que yo!". Lamentablemente, el príncipe no comprendió estas palabras y fue el inicio de un reinado que marcó el fin de una época.
Carlos II fue el quinto hijo del rey Felipe IV y de la archiduquesa
Mariana de Austria, su sobrina, ambos retratados en "Las Meninas", de
Velásquez. Su nacimiento, ocurrido el día 6 de noviembre de 1661, fue
comentado en la Gazeta de Madrid, la cual anunció la llegada al mundo de "un robusto varón, de hermosísimas facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes".
Aquella descripción distaba bastante de la realidad, siendo
diametralmente opuesta la impresión que tuvo el embajador de Francia,
quien comunicaba a los pocos días los pormenores a Luis XIV, el Rey Sol.
En palabras del embajador: "el príncipe parece bastante débil;
muestra signos de degeneración: tiene flemones en las mejillas, la
cabeza llena de costras y el cuello le supura" y más adelante, "asusta de feo".
Catorce amas de cría amamantaron a Carlos II hasta los cuatro años, sin
embargo, esta forma de alimentación fue suspendida tras su ascenso al
trono en 1665, pues era considerada indecorosa para un monarca. El
pequeño Carlos creció como un niño débil y enfermizo, tenía frecuentes
catarros, diarreas y escasa musculatura y presentaba un evidente retraso
en su desarrollo psicomotor, pues cumplidos los seis años aún no había
aprendido a caminar. En su historia médica figuran sarampión y varicela a
los 6 años, rubéola a los 10 años y viruela a los 11 años; además, el
joven rey sufrió ataques epilépticos hasta los 15 años. Sin embargo, lo
más llamativo era su escaso desarrollo intelectual, pues tan sólo a los
10 años comenzó a hablar de manera inteligible y nunca aprendió a
escribir correctamente; presentaba arranques de cólera imprevisibles y
una adicción monoalimentaria al chocolate.
La regencia generó fuerte oposición en España, debido al carácter de la reina Mariana y al nombramiento de su confesor, Everardo Nithard, como consejero real. La oposición se concentró en torno a Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV y hermanastro del rey Carlos II, y que se había destacado como jefe militar durante el reinado de su padre. Juan de Austria se refugió en Barcelona, el cual organizó un ejército y entró en Madrid, exigiendo a la regenta la salida del padre Nithard. Tras ser nombrado virrey de Aragón, Juan de Austria siguió oponiéndose a la reina, logrando imponerse definitivamente en 1677 a través de un golpe de fuerza, llegando a convertirse en consejero del monarca. Su labor fue más bien de acercamiento con Francia, llegando a firmar con Luis XIV la paz de Nimega (1678), el cual entre sus condiciones, estipulaba el matrimonio de Carlos II con María Luisa de Orléans, sobrina del Rey Sol.
Mariana de Neoburgo |
Transcurrido un año de matrimonio, María Luisa no daba a luz a un heredero, más aún, seguía virgen, pues el matrimonio nunca se consumó, seguramente debido al hipogonadismo e hipogenitalismo que padecía Carlos. Ante esta situación, se desvanecía toda esperanza de que el monarca tuviera descendencia. Mientras María Luisa vivía, el pueblo atribuyó la falta de descendencia a la esterilidad de la reina, dedicándole las siguientes rimas:
Parid, bella flor de lis,en aflicción tan extraña:si parís, parís a España;si no parís, a París...
Transcurridos diez años de matrimonio, María Luisa falleció a
consecuencia de una apendicitis aguda (su autopsia evidenció un útero
indemne), sin haber dado a luz un heredero para la corona, para
desgracia de la familia real.
Carlos II en 1700 |
Carlos II heredó el trono a su sobrino nieto, Felipe de Borbón, Duque de
Anjou. La medida fue ampliamente resistida por las casas reales de
Inglaterra, Holanda y Austria, pues implicaba la unión del trono español
y francés bajo la misma dinastía, los Borbón. Esta diferencia se
resolvió luego de un largo y sangriento conflicto conocido como la
Guerra de Sucesión Española (1702-1713), tras la cual se confirmó en
España la regencia del Duque de Anjou (nieto de Luis XIV, el Rey Sol)
bajo el nombre de Felipe V, iniciándose así la dinastía borbónica
española, vigente en la actualidad.
El aspecto médico
Los actuales estudios en medicina han permitido aclarar el supuesto
"hechizo" del monarca. El último monarca español de los Habsburgo fue
víctima de la política matrimonial de esta dinastía, el cual durante más
de un siglo, tejió las redes que permitieron crear y fortalecer a la
monarquía austríaca. Para historiadores como Lynch, "Carlos II fue la
última, la más degenerada y la más patética víctima de la endogamia de
los Habsburgo". Los matrimonios concertados entre los miembros de
distintas familias reales europeas han sido una constante a través de
los siglos, favoreciendo la endogamia y, por consiguiente, la expresión
de trastornos genéticos poco frecuentes en la población.
Otra hipótesis sobre este caso, sería que Carlos II habría padecido el
síndrome de Klinefelter. Descrito en 1942 por el Dr. Harry Klinefelter,
éste corresponde a la alteración de los cromosomas sexuales más común de
la especie humana y la causa más frecuente de hipogonadismo e
infertilidad masculina, afectando entre 1:500 y 1:1.000 varones. Los
individuos afectados tienen uno o más cromosomas X extra, siendo el
complemento 47.XXY el más frecuente (80%). Sus características
fenotípicas más comunes incluyen infertilidad, niveles inadecuados de
testosterona, hipogonadismo, hipogenitalismo, ginecomastia
(engrandecimiento de las glándulas mamarias en el hombre), trastornos
conductuales y aspecto eunucoide (talla alta, extremidades largas,
escaso vello facial y distribución de vello de tipo femenino). Otras
anomalías asociadas a este síndrome son criptorquidia (descenso
incompleto de los testículos), hipospadias (pene poco desarrollado) y
escoliosis, así como diabetes y bronquitis crónica en la adultez. El
síndrome de Klinefelter puede pasar inadvertido durante años, debido a
que no existe un fenotipo característico en etapa preadolescente.
Durante la infancia, los pacientes pueden presentar trastornos del
desarrollo (retraso en la adquisición de habilidades motoras y
lingüísticas) y en algunos individuos puede cursar con retardo mental,
generalmente leve. El hipogonadismo no se hace evidente sino hasta la
pubertad o la adultez, siendo algunos varones diagnosticados en el
contexto de una evaluación por infertilidad.
El Escorial, siglo XVII |
Por su parte, los frecuentes edemas que el monarca desarrolló hacia el
final de su vida puede haber sido consecuencia de una nefropatía (daño
renal) consecutiva a infecciones recurrentes por cálculos renales, tal
cual evidenciara su autopsia, o bien producto de una insuficiencia
cardíaca progresiva; en palabras de Geelen, su médico flamenco, "al rey se le para el corazón (sic) y
empeora visiblemente. Se le hinchan el vientre, las piernas y la
cara... le han hallado todas las entrañas... y el corazón tan consumido y
seco" . Otras investigaciones plantean una hipótesis alternativa:
las repetidas diarreas, cólicos y pujos dolorosos, los vómitos, la
acusada anorexia y el adelgazamiento que caracterizaron su enfermedad
final pudieron ser la manifestación de una enterocolitis crónica,
consecutiva a la generalización de un proceso tuberculoso. Hasta el día
de hoy, su diagnóstico definitivo sigue siendo un misterio.
La vida y muerte de Carlos II es un claro ejemplo de la progresiva
decadencia de la monarquía Habsburgo en España. Siguiendo la evolución
de esta casa, se podrían distinguir varios casos, relacionados con los
actos de sus gobernantes: Gregorio Marañón, médico e historiador
español, nos deja una semblanza que dice mucho de esta decadencia, tanto
física como moral, el cual lo resume de la siguiente forma: Carlos V
inspira entusiasmo; Felipe II inspira respeto; Felipe III, indiferencia;
Felipe IV, simpatía, y finalmente, Carlos II, solamente compasión.
Fuente. Adaptado de Jaime Cerda L. "Carlos II de España, "El
Hechizado". Revista Médica de Chile, 136, N°2. Santiago, febrero 2008 y
Carl Grimberg, Historia Universal. Editorial Ercilla. Santiago 1985
EL TESTAMENTO DE CARLOS V
Carlos V en Mühlberg (Tiziano) |
Elegid para los beneficios eclesiásticos hombres cultivados, dignos
de su cargo para el bien de la Iglesia y para la tranquilidad de vuestra
conciencia...
Mantened la paz, evitad la guerra al menos hasta que ella os sea
impuesta por la necesidad de vuestra defensa. Evitadla también por las
cargas aplastantes que ella impondría en vuestros Estados, que os dejo
intactos y engrandecidos...
Debéis testimoniar el mayor afecto y confianza al rey de los romanos,
mi hermano; haríais muy bien igualmente al ligaros con los electores
príncipes y otros señores del Imperio; tales relaciones no pueden sino
contribuir eficazmente a la seguridad de vuestros Estados,
principalmente en Italia y Países Bajos...
En cuanto al Papa Pablo III, vos mismo conocéis su falta de lealtad
en los tratados y su falta de celo hacia la cristiandad, sobre todo en
lo que se refiere al concilio. Es viejo, velad por tanto en la elección
de su sucesor... Siempre habrá dificultades con el Papado en Nápoles,
Sicilia y en Castilla por el asunto de la pragmática: poned atención.
Manteneos en buen término con los venecianos... Haced de Génova un
elemento de la mayor importancia: allí debéis actuar con prudencia y
habilidad... Francia jamás ha respetado los tratados que ha suscrito y
siempre ha tratado de perjudicarme. Su joven monarca parece querer
seguir el camino trazado por su padre. A pesar de esto, haced todo lo
que sea posible por mantener la paz: es también en interés de vuestros
súbditos y de la cristiandad. Siempre se buscarán nuevos pretextos para
discutir las renuncias, sin embargo, oficiales, en lo que conciernen a
Nápoles, Flandes, Artois, Tournai y Milán. No abandonéis jamás la más
pequeña parcela de vuestros derechos, porque os demandarán de inmediato
todo el resto. Defended Milán con una buena artillería, Nápoles con la
ventaja de vuestra flota y no olvidéis que los franceses se desalientan
tan pronto como su empresa no tiene éxito al primer instante. A los
napolitanos, tan a menudo sublevados, es necesario recordarles las duras
pruebas sufridas a causa de los franceses y tratarlos con justicia y
mesura. Por lo demás, en Italia jamás podréis prescindir de las tropas
españolas. Pensad en el mantenimiento de las plazas fuertes fronterizas
de España y los Países Bajos, donde las ciudades de Gante y Cambrai
tienen gran importancia. A causa del Franco Condado, necesitáis apoyaros
en Suiza y Austria. Nuestras pretensiones sobre el Ducado de Borgoña,
nuestra patria, las he dejado dormir en virtud de mis deseos de paz,
pero no renunciéis a él.
En lo que respecta a las Indias, vigilad a los franceses, aseguraos
si tienen el propósito de enviar una flota, sea abiertamente o de otro
modo, y advertid a los gobernadores de aquellas regiones que se
mantengan en guardia, a fin de estar listos para resistir en caso de
ataque...
Es indispensable que os preocupéis con la mayor solicitud de
informaros del estado de los asuntos en aquellas lejanas comarcas, a fin
de asegurar en ellas el servicio de Dios, el mantenimiento de la
obediencia que se os debe y un gobierno justo: único medio eficaz de
reparar las pérdidas de población y de todo género que han sufrido, como
también de poner término a la opresión que ejercieron los primeros
conquistadores y a los destierros decretados por aquellos que abusaron
de su autoridad para multiplicar los vejámenes. Así es como los indios
encontrarán protección y alivio, y vos obtendréis su afecto y fidelidad y
conservaréis sobre los conquistadores y sobre todo lo que les
pertenece, la suprema autoridad y la vigilancia deseada".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)