Carlos V en Mühlberg (Tiziano) |
Elegid para los beneficios eclesiásticos hombres cultivados, dignos
de su cargo para el bien de la Iglesia y para la tranquilidad de vuestra
conciencia...
Mantened la paz, evitad la guerra al menos hasta que ella os sea
impuesta por la necesidad de vuestra defensa. Evitadla también por las
cargas aplastantes que ella impondría en vuestros Estados, que os dejo
intactos y engrandecidos...
Debéis testimoniar el mayor afecto y confianza al rey de los romanos,
mi hermano; haríais muy bien igualmente al ligaros con los electores
príncipes y otros señores del Imperio; tales relaciones no pueden sino
contribuir eficazmente a la seguridad de vuestros Estados,
principalmente en Italia y Países Bajos...
En cuanto al Papa Pablo III, vos mismo conocéis su falta de lealtad
en los tratados y su falta de celo hacia la cristiandad, sobre todo en
lo que se refiere al concilio. Es viejo, velad por tanto en la elección
de su sucesor... Siempre habrá dificultades con el Papado en Nápoles,
Sicilia y en Castilla por el asunto de la pragmática: poned atención.
Manteneos en buen término con los venecianos... Haced de Génova un
elemento de la mayor importancia: allí debéis actuar con prudencia y
habilidad... Francia jamás ha respetado los tratados que ha suscrito y
siempre ha tratado de perjudicarme. Su joven monarca parece querer
seguir el camino trazado por su padre. A pesar de esto, haced todo lo
que sea posible por mantener la paz: es también en interés de vuestros
súbditos y de la cristiandad. Siempre se buscarán nuevos pretextos para
discutir las renuncias, sin embargo, oficiales, en lo que conciernen a
Nápoles, Flandes, Artois, Tournai y Milán. No abandonéis jamás la más
pequeña parcela de vuestros derechos, porque os demandarán de inmediato
todo el resto. Defended Milán con una buena artillería, Nápoles con la
ventaja de vuestra flota y no olvidéis que los franceses se desalientan
tan pronto como su empresa no tiene éxito al primer instante. A los
napolitanos, tan a menudo sublevados, es necesario recordarles las duras
pruebas sufridas a causa de los franceses y tratarlos con justicia y
mesura. Por lo demás, en Italia jamás podréis prescindir de las tropas
españolas. Pensad en el mantenimiento de las plazas fuertes fronterizas
de España y los Países Bajos, donde las ciudades de Gante y Cambrai
tienen gran importancia. A causa del Franco Condado, necesitáis apoyaros
en Suiza y Austria. Nuestras pretensiones sobre el Ducado de Borgoña,
nuestra patria, las he dejado dormir en virtud de mis deseos de paz,
pero no renunciéis a él.
En lo que respecta a las Indias, vigilad a los franceses, aseguraos
si tienen el propósito de enviar una flota, sea abiertamente o de otro
modo, y advertid a los gobernadores de aquellas regiones que se
mantengan en guardia, a fin de estar listos para resistir en caso de
ataque...
Es indispensable que os preocupéis con la mayor solicitud de
informaros del estado de los asuntos en aquellas lejanas comarcas, a fin
de asegurar en ellas el servicio de Dios, el mantenimiento de la
obediencia que se os debe y un gobierno justo: único medio eficaz de
reparar las pérdidas de población y de todo género que han sufrido, como
también de poner término a la opresión que ejercieron los primeros
conquistadores y a los destierros decretados por aquellos que abusaron
de su autoridad para multiplicar los vejámenes. Así es como los indios
encontrarán protección y alivio, y vos obtendréis su afecto y fidelidad y
conservaréis sobre los conquistadores y sobre todo lo que les
pertenece, la suprema autoridad y la vigilancia deseada".