Espada de ceremonia de los Reyes Católicos
Tipo de objeto:
Espada
Autor:
Taller español
Fecha:
Hacia 1490
Materia y técnica:
Acero grabado y dorado, latón, madera y tejido
Dimensiones:
134 x 27 cm. Peso: 1835 gr
Colección:
Armerías de Carlos V y Felipe II
Localización:
Número de inventario:
10000585, G.1
Descripción:
Esta
espada perteneció a los Reyes Católicos y constituye uno de los objetos
más emblemáticos de la Real Armería. Se trata de una espada de dos
manos, con pomo hexalobulado de campo calado por cuatro círculos y
arriaz recto rematado a manera de medias lunas, todo ello grabado y
dorado. La hoja, de sección almendrada, está marcada por un círculo
inscrito por un cuadrado de lados prolongados. El pomo está decorado con
una haz de flechas grabado en el anverso y un yugo atado por un nudo
gordiano y follajes en el reverso, emblemas de Isabel I de Castilla y
Fernando II de Aragón respectivamente. En el anverso de los brazos del
arriaz figura el lema TANTO MONTA de Fernando de Aragón, completado en
el reverso por la invocación mariana O MATER DEI ME MEMENTO MEI.
Esta espada se encontraba en la armería imperial
entre las armas que Carlos V heredó de sus abuelos maternos, por lo que
figura en el llamado Inventario Iluminado de la Real Armería acompañada
por una vaina carmesí bordada con los emblemas reales. El carácter
ceremonial de esta espada está confirmado por el inventario de los
bienes de Carlos V conocido como la Relación de Valladolid de 1558 y por
el inventario de la Real Armería de 1594, donde se describe,
respectivamente, como “Una espada ancha vieja de armar Cavalleros con
pomo llano y agujereado y cruz dorada” y como “Otra espada de entradas
con Vna bayna de rraso carmesí bordada con las Armas de castilla y
aragon”.
El estoque real simbolizaba la suprema justicia
que residía en el soberano, por lo que hasta el siglo XVIII fue
utilizado en ceremonias de corte como las investiduras de caballeros,
las juras de los príncipes de Asturias o las entradas triunfales de los
monarcas en las ciudades. En ellas era llevado con la punta hacia
arriba. El privilegio de portar el estoque recaía en los condes de
Oropesa desde 1488, fecha en la que Fernando el Católico concedió dicha
gracia a Fernando Álvarez de Toledo, I conde de Oropesa.