A tan sólo unos pasos, podemos admirar presidiendo el Parterre, la
escultura ecuestre del rey
Jaime I a caballo. La idea surgió en 1875 en el entorno del director del
diario Las Provincias don Teodoro Llorente Olivares y aprobada
por el
Ayuntamiento en 1876 con la condición que tendría que realizarse por suscripción pública.
En 1878 aún no se había recogido el dinero necesario para el proyecto, por lo que se decidió levantar el pedestal sobre el
que se levanta la estatua y que sería realizado por el arquitecto municipal Vicente Constantino Marzo con una altura de
siete metros y medio.
El encargo y la fabricación de esta obra dio mucho que hablar en la prensa local de su
tiempo, puesto que no se contrató a ningún escultor valenciano, sino que la comisión encargada
recurrió en 1882 a Agapito y Venancio Vallmitjana de Barcelona, para la realización de la obra, dos de los mejores escultores
españoles del momento.
Como contrapartida se determinó que la fundición de la escultura se llevase a cabo en talleres
valencianos, concretamente en La Maquinista Valenciana, empresa que ofreció el presupuesto
más razonable: 30.000 ptas. La fundición fue dirigida por Francisco Climent.
La estatua fue tallada en madera por Agapito Vallmitjana y aprobada por la comisión encargada en 1886. Para el fundido de
la obra fue solicitado al Ministerio de la Guerra quince toneladas de bronce, los cuales les fueron concedidos mediante el envío
de cinco cañones y un obús que fueron traídos desde el
Castillo de Peñiscola.
La obra fue colocada finalmente el 12 de Enero de 1891 e inaugurada en
julio del mismo año y pesa 11.500 kgrs. Desde que surgió la idea de
erigir el
monumento hasta su completa realización tuvieron que pasar dieciséis
años.
Más tarde se colocó en el pedestal en su parte delantera el escudo del armas del rey don Jaime y en la parte trasera
el escudo de la ciudad de Valencia, modelados por el escultor
José Aixá Iñigo. A ambos lados laterales sendas leyendas nos hablan
del ofrecimiento del monumento. Una de ellas dice: Entró vencedor en
Valencia / liberandola del yugo musulmán / el día de San Dionisio / IX
de
octubre de MCCXXXVIII y la otra: Al rey D.Jaime I el Conquistador /
fundador del reino de Valencia / Valencia agradecida / ano MDCCCXCI
La escultura representa al rey Jaime I con traje de guerrero montado en su caballo al paso y en actitud de dirigir la
tropa en su conquista hacia la ciudad de Valencia. Es de tamaño bastante mayor que el natural.
En 1878 aún no se había recogido el dinero necesario para el proyecto, por lo que se decidió levantar el pedestal sobre el que se levanta la estatua y que sería realizado por el arquitecto municipal Vicente Constantino Marzo con una altura de siete metros y medio.
Como contrapartida se determinó que la fundición de la escultura se llevase a cabo en talleres valencianos, concretamente en La Maquinista Valenciana, empresa que ofreció el presupuesto más razonable: 30.000 ptas. La fundición fue dirigida por Francisco Climent.
La estatua fue tallada en madera por Agapito Vallmitjana y aprobada por la comisión encargada en 1886. Para el fundido de la obra fue solicitado al Ministerio de la Guerra quince toneladas de bronce, los cuales les fueron concedidos mediante el envío de cinco cañones y un obús que fueron traídos desde el Castillo de Peñiscola.
La obra fue colocada finalmente el 12 de Enero de 1891 e inaugurada en julio del mismo año y pesa 11.500 kgrs. Desde que surgió la idea de erigir el monumento hasta su completa realización tuvieron que pasar dieciséis años.
Más tarde se colocó en el pedestal en su parte delantera el escudo del armas del rey don Jaime y en la parte trasera el escudo de la ciudad de Valencia, modelados por el escultor José Aixá Iñigo. A ambos lados laterales sendas leyendas nos hablan del ofrecimiento del monumento. Una de ellas dice: Entró vencedor en Valencia / liberandola del yugo musulmán / el día de San Dionisio / IX de octubre de MCCXXXVIII y la otra: Al rey D.Jaime I el Conquistador / fundador del reino de Valencia / Valencia agradecida / ano MDCCCXCI
La escultura representa al rey Jaime I con traje de guerrero montado en su caballo al paso y en actitud de dirigir la tropa en su conquista hacia la ciudad de Valencia. Es de tamaño bastante mayor que el natural.
Jaime I es uno de los reyes más importantes de la Edad Media hispana, adalid señero de la Reconquista. Fue rey de Aragón, Mallorca, Valencia y conde de Barcelona y Urgel. Llamado el Conquistador, fue el que liberó a la ciudad de Valencia de los musulmanes, allá en el 1238. La conquista de esta ciudad fue su mayor logro. También fue el que creó el Reino de Valencia, hecho histórico que es el germen de la actual Comunidad Valenciana. Por eso Jaime I es Valencia.
Nació
en 1.208. Cuando solo tenía cuatro años, su padre, Pedro II, junto a
Alfonso VIII de Castilla y Sancho el Fuerte de Navarra, derrotaron a los
moros en la batalla de las Navas de Tolosa, batalla que supuso un punto
de inflexión definitivo en la Reconquista.
Jaime I fue educado en su juventud por los caballeros templarios
en el castillo de Monzón. Seguro que le hablaron de esta batalla y de
la lucha de los reinos cristianos, insuflándole el soplo de la Cruzada
por recuperar el antiguo reino visigodo. Su espíritu como guerrero de la
Cruz estaba asegurado.
En los años siguientes a esta batalla, Jaime I de Aragón y Fernando III
de Castilla, avanzaron hacia el sur hasta arrinconar a los musulmanes
en lo que sería el reino de Granada. La Península Ibérica sería para
siempre cristiana…
El monumento de Jaime I se
encuentra en la plaza de Alfonso el Magnánimo. Tan importante personaje
histórico merecía en esta ciudad un monumento al nivel de su
trascendencia en la Historia de Valencia.
El monumento fue inaugurado el 20 de julio de 1891. Es obra de Agapito Vallmitjana,
uno de los mejores escultores de la época. Benlliure, valenciano, era
todavía demasiado joven cuando se presentó al concurso que se convocó al
efecto y la comisión prefirió al autor catalán. No se equivocaron, ya
que la escultura de Jaime el Conquistador tiene una calidad y un
carácter difícilmente superable.
Tal como la
comisión dijo cuando Vallmitjana presentó la escultura a su aprobación:
“…no sólo revela la maestría del autor, sino que expresa acertadamente
la majestad del glorioso monarca que representa”.
La estatua ecuestre tiene una vez y media el tamaño natural. Está fundida con el bronce de cinco cañones y un obús
que donó el Ministerio de la Guerra en 1.886 y que se trajeron desde
Peñíscola. Se realizó en los talleres de La Maquinista Valenciana.
El momento en que se trasladó la escultura desde la fundición donde fue
realizada hasta la plaza donde fue instalada es digno del rey Jaime.
Siete siglos más tarde, el Conquistador volvía a entrar triunfante en la
ciudad. Salió a las nueve de la noche del día de Nochevieja de 1890 de
la fundición de La Maquinista Valenciana. El traslado duró cinco horas.
Los 11.500 kilos de la estatua no lo ponían fácil. Los valencianos se
echaron a la calle a acompañar al rey entre vítores y saludos, siendo
esa Nochevieja una de las más recordadas por mucho tiempo en Valencia.
Tras
la instalación, todavía pasaron meses hasta su inauguración oficial.
También fue un hecho memorable, con discursos, representación de
ayuntamientos valencianos , políticos y militares. El pueblo valenciano
se alegraba de volver a tener presente a su rey Jaime.
Vallmitjana le representa como guerrero, como Conquistador, más que como rey. Así, todo el cuerpo, desde la cabeza a las piernas, está recubierto con cota de mallas.
Su espada no es la espada del rey que no ha pisado el campo de batalla. En su empuñadura no hay joyas ni adornos fastuosos. Es una espada sencilla y práctica para la lucha, propia del guerrero. Recordemos aquí la leyenda: en su lecho de muerte Jaime I dio su espada a su sucesor, su hijo Pedro. En ese momento le dijo: “No envaines la espada hasta que haya sido expulsado el último musulmán de la Península Ibérica”. Esta escena está magníficamente representada en uno de los grandes cuadros historicistas expuestos en el Museo del Prado, en Madrid. Y es que la Reconquista guió la vida de este rey, educado en los valores de los monjes-guerreros de la orden del Temple.
Tampoco
el rey está representado en la corte, sino en el campo de batalla,
impartiendo órdenes y señalando, con su mano derecha, el objetivo a
tomar, en este caso Valencia.
Sobre su cabeza no hay corona, sino la cimera con el dragón alado
que es símbolo de la Corona de Aragón. Aunque el primero que utilizó
este símbolo fue Pedro IV el Ceremonioso, que vivió un siglo después que
Jaime I, Vallmitjana lo utiliza aquí, fuera de su tiempo, para
calificar al Conquistador como el rey que mejor representa a la Corona
de Aragón. El murciélago que hay sobre el escudo de Valencia parece que
deriva precisamente del dragón alado.